Si alguno de vosotros, pacientes lectores, alguna vez os habéis aventurado a transportar un piano por vuestros propios medios entonces sabréis o al menos tendréis una buena idea de lo que ello implica.
Valga mi admiración por la gente que realiza este trabajo. Al contrario de lo que generalmente se cree, transportar un piano es un trabajo muy técnico y especializado donde la organización y la estrategia cuenta mucho más que la fuerza bruta.
Para hacernos una idea de la dificultad de transportar un piano consideremos primero su peso. El peso de un piano de pared de tipo medio es de unos 200 kilos, un piano de cola mediano (media cola) pesa unos 300 y un gran cola sobrepasa los 400 o incluso 500 o 600 kilos, mas o menos como un toro de lidia (seguro que a los amigos mexicanos les gusta el símil)
Un transportista de pianos usa material y herramientas muy específicas, tales como vehículos especialmente adaptados (barras de sujeción, rampas, etc.) estructuras de madera muy fuertes (patines), correas y/o cinchas muy resistentes, arneses, gatos elevadores, carros especiales y algunos incluso robots específicos para el transporte de pianos. Vease la foto.
La técnica para transportar un piano varía según diferentes transportistas, aunque en general y a grosso modo es la siguiente: En el caso de un cola, primero se le quitan las patas y la lira (estructura donde van colocados los pedales) a continuación el piano se envuelve en papel de celofán, mantas etc. para evitar roces y arañazos y se coloca en posición vertical en una estructura muy resistente de madera llamada “patín” que va sólidamente atornillada al piano o sujeto con cinchas y correas fuertemente apretadas.
La idea es conseguir un ensamblaje compacto que proteja lo mejor posible y facilite la manipulación del piano. Entonces se pone encima del robot o carrito, se sujeta fuertemente para que no se incline a un lado y con mucho cuidado se lleva hasta el camión o furgón, donde se sube (un robot lo sube o baja solo) y se sujeta fuertemente a unas barras de sujeción colocadas a ambos lados del vehículo. Así se consigue que no se mueva y sufra lo menos posible durante el transporte.
Para esta labor que he descrito, se necesitan dos hombres fuertes en caso de contar con la ayuda de un robot, si no es así, tres o mejor cuatro hombres serían necesarios.
A los emprendedores y amantes de la aventura con espíritu ahorrativo les recomendaría que a menos de que se trate de un piano pequeño de estudio (de poco valor) y no haya que subir escaleras, dejéis el trabajo en manos de un profesional. Al final saldrá más barato y posiblemente sea incluso más saludable, pues no solamente nos ahorraremos el peligro de romper el piano, sino de rompernos nosotros mismos.
P.d. Las dos primeras fotos corresponden al transporte de un piano George Steick en la ciudad de Fez (Marruecos) y esta última al mismo piano ya instalado en su nuevo hogar. Este modelo que se ve en la foto está fabricado en madera de bubinga, muy apreciada por sus excelentes cualidades acústicas. Una autentica preciosidad, no os parece?
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